2012/05/07

TU TAMBIEN TIENES GANAS...



Qué ganas tengo que ir a k’alear los parabrisas de los minibuses y micros que están bloqueando mi ciudad hoy y mañana.

Qué ganas de salir a la calle con varias molotov en la mochila, como en el último estado de sitio de Banzer, para dar fin a esas latas de sardina cuya vida útil ya expiró hace añadas.

¿Muy radical? No te hagas por favor, estoy más que seguro que tú también aplaudirías si ves una fogata gigante de minibuses y minivan. Tantos nos hemos golpeado la cabeza hasta casi desmayarnos o ver estrellitas al subir o al bajar de sus estrechas puertas o simplemente viajar como tetris (doblados en 20) para llegar al destino. Al descender, tus rodillas quedan raspadas y golpeadas por los fierros del asiento delantero hechizo, (compuesto de venesta, esponja del más mínimo grosor y puro fierro).

Es una bronca contenida de años y años; cuando era un escolar mocoso debía “viajar” desde la zona del Cementerio hasta Villa Fátima para estudiar y toparte con micreros de buen corazón era mucha suerte, caso contrario a esperar bajo lluvia y sol. Hoy la historia sigue siendo la misma incluso peor, pues los “reyes del volante” del minibús hicieron desaparecer el pasaje escolar y nadie dijo nada.

¿Por qué aguantamos que esta élite (que siempre se codea con el poder político) nos transporte peor que ganado y saco de papas en vehículos aptos para llevar carga y no personas? Dense una vueltita por Perú (visiten Puno o Moquegua) y verán que usan minibuses aptos para personas. A eso súmale que sus velocidades varían desde el Fórmula 1 (si están apurados o en competencia con otro mini) hasta los 20 km/h si están vacíos. Y si hay campeonato de fútbol, te jodiste imbécil pasajero, ese día deberás prescindir de la línea porque todos estarán en la cancha con algunas cajitas de cerveza. Y si son más de las 22:00, también te rejodiste, llega a casa como puedas, puedes sentirte afortunado, otros ni llegan.

De veras, qué ganas tengo de echar gasolina a toda esa chatarra que dejaron al aire libre sus dueños (usaría la que queda en la garrafa vacía de mi cocina, arde mejor) pues sabría en el fondo que estoy dando fin a instrumentos de asesinatos. No por nada los pasajeros, cuando son maltratados, mascullan: “chofer, mata-cambio, mata-gente”.

En Buenos Aires, por menos de esto el año pasado incendiaron algunos trenes ante la pésima calidad de servicio de esos vetustos aparatos.

Qué ganas tengo de aplaudir para que las juntas vecinales de El Alto se organicen y hagan desaparecer a esta lacra de la capital política de Bolivia y nos contagien un poco de su agresividad ante estas injusticias.

Pero no, no lo haré, nada de lo escrito aún no lo haré porque creo que podemos solucionar este chenk’o de sociedad que tenemos con algo de paciencia, charlando, negociando; seamos sinceros, ni sabemos caminar por las calles, respetar el semáforo o el elemental cinturón de seguridad. Aún no lo haré porque también sé que tengo una tremenda culpa al haber fomentado este inexistente servicio del transporte público paceño durante todos estos años CON MI SILENCIO.

No haré nada de lo anterior… pero no saben las ganas que tengo.


Creditos: La Mala Palabra

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